El mito de la obsolescencia programada
O por qué tienes que escuchar Economía para quedarte sin amigos
Economía para quedarte sin amigos es mi podcast favorito en español y el tercero en total, detrás de EconTalk y Your Welcome. Desde que salió este episodio, siempre recomiendo escuchar el capítulo de la obsolescencia programada. Creo que es el episodio que mejor ejemplifica la dinámica del programa: la explicación a través de la economía de verdades incómodas. Aquí voy a hacer un resumen del capítulo, utilizando los argumentos de Domingo Soriano y Nuria Richart para convenceros de que tenéis que escuchar el podcast, enamoraros de él y parar a nuestros queridos presentadores por la calle para darles la enhorabuena la próxima vez que os los crucéis.
Según la Wikipedia: La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos, induciendo a los consumidores a la compra de un nuevo producto que lo sustituya.2 Su función es generar mayores ingresos debido a compras más frecuentes, que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes.
Es decir, quienes creen en que la obsolescencia programada es real creerán que las marcas hacen aparatos de peor calidad que antes porque les interesa que se rompan y que salgan al mercado con una mecha de caducidad incorporada. Un ejemplo de un producto que durante mucho tiempo se ha dicho que era víctima de la obsolescencia programada: las impresoras. Si una impresora se hiciese bien, durarían 10, 15 ó 20 años, teniendo que comprar solo 3 o 4 en tu vida. Ahora las impresoras duran 3 ó 4 años, por lo que tienes que comprar unas 15 ó 20.
Quienes creen en la obsolescencia programada creerán que todas las marcas de impresoras están en el ajo. Todas las marcas de impresoras empeoran la calidad de sus productos voluntariamente. Si vas a Media Markt, verás veinte marcas de impresoras distintas. Pues bien, las bien empresas, que para todo lo demás compiten ferozmente para bajar precios, diferenciarse del resto, atacar a las otras marcas en sus anuncios, en esto se han puesto de acuerdo para bajar su calidad en unísono y que sus productos solo duren 3 años. Y no solo eso, sino que las veinte marcas que venden en España también se han puesto de acuerdo con las otras 50 europeas que no entran en el mercado español porque ahora no les sale rentable, aunque sí que lo sería si ofreciesen un producto de menor precio (o del mismo precio pero de mayor calidad, como una impresora que no se rompiese a los 3 años). Para más INRI, también hay una confabulación con empresas internacionales como las chinas, que también prefieren no vender en España antes que dejar de hacer sus productos caducos.
Lo curioso de esta macabra conspiración es cuan irracionales parecen ser las marcas. Quienes creen en la obsolescencia programada creerán que las empresas prefieren desaparecer y mantener la obsolescencia de sus productos a retirar esos chips y vender más produciendo mejores bienes. Las marcas son unas santas y prefieren mantener su trato con el resto de la competencia antes que faltarlo y ganar más dinero con un producto que no se rompe.
Quienes creen en la obsolescencia programada creerán que los fabricantes llevan compinchados desde hace décadas y aún así no hay ninguna prueba de tal acuerdo, pero que existe y que toda empresa que se dedique a hacer impresoras, lavadoras, ordenadores o cualquier aparato electrónico se vincula a este desde el día de su fundación, porque la obsolescencia programada ya no solo afecta a las antiguas marcas que existían hace décadas, sino a las nuevas también. También creerán que ningún empleado de ninguna de las cientos de miles de empresas parte del complot se ha atrevido a salir y a explicar en qué funciona la obsolescencia programada, dónde encontrar el maldito chip y cómo quitarlo para que tu impresora dure 20 años más. Tampoco ningún consumidor ha sido lo suficientemente listo como para encontrarlo.
Pero es que la obsolescencia programada no se queda solo en los dispositivos con chips, sino que también afecta a la ropa. La ropa dura menos que antes, esto es algo que llevamos mucho tiempo escuchando. Pero también puede ser porque es mucho más barata. Una camiseta ahora te cuesta 10€, menos que un menú del día o hasta 3€, menos que una comida en casa. Antes proporcionalmente costaban mucho más. Ahora se compran más abrigos. Sí, el de la abuela duraba mucho más, pero ¿cuántas veces se llevaba a arreglar? ¿Y cuánto costaba cada reparación? Ahora se arreglan menos.
Con los electrodomésticos igual. Ahora no reparamos. El coste de arreglar una lavadora ya no merece la pena en comparación con lo que te va a costar una nueva. Los costes de reparación son horas de trabajo de una persona. Las horas de trabajo conforme progresa una economía cada vez valen más porque el coste de oportunidad aumenta. Cada vez sale más rentable comprar una lavadora nueva. Esto es bueno porque hacemos lavadoras muy baratas. Somos tan eficientes en la mejora de los procesos productivos que ya no merece la pena trabajar. En los países pobres sí que se repara. Las horas de trabajo valen mucho menos. Que no tengamos que reparar la lavadora sino que podamos comprar una nueva también es porque las horas que lleva reparar una son más que las que lleva fabricar una nueva. Si dirigimos los recursos, en este caso a la gente especializada en fabricación y reparación de electrodomésticos, a reparar en vez de a fabricar, donde parece que pueden hacer un mejor trabajo, estamos siendo menos eficientes.
Pues bien, espero haberos convencido gracias a sus argumentos de que la obsolescencia programada es un cuento y de que tenéis que escuchar este podcast. En otros episodios Domingo y Nuria hablan de la baja materna, el cambio climático, la universidad pública y hasta de artículos que mencionar en la mesa de Navidad para crear un alegre debate. El año pasado tuvieron una serie de capítulos dedicados al dinero, en los que tuve la suerte de participar dos veces hablando sobre el oro y el Bitcoin (que os recomiendo que escuchéis).