La economía de Carl Menger
Apuntes de mi sesión de la Universidad de Verano 2022 del Instituto Juan de Mariana
Aquí dejo el guion que me preparé para la clase que impartí durante la Universidad de Verano 2022 del Instituto Juan de Mariana .
Lo primero para entender la economía de Carl Menger, es decir, sus aportaciones a este campo, es preguntarse qué era la economía para Carl Menger. Leyendo sus escritos, creo que Menger compartiría la definición miseana de esta: “La economía es el estudio de la acción humana intencional, la relación entre fines y medios.”
Menger fue el padre de la escuela austríaca de economía. Inicia el Methodenstreit, la disputa por el método, hace 150 con su libro Principios de Economía Política. El nombre de escuela austríaca lo recibe por parte de los integrantes de la escuela alemana por ser Menger profesor en Viena, tras la publicación de su libro La metodología de las ciencias sociales.
Menger era consciente de la influencia que tenía y el legado que iba a dejar. En 1902 escribe una carta al ministerio de cultura austríaco solicitando la jubilación anticipada debido a que su labor como profesor “ha generado resultados que superan los resultados comunes de la enseñanza. Esto se refiere en particular a la fundación de la Escuela Austriaca de Economía.” También decía que lo normal era tener uno o dos discípulos pero que él tenía una veintena. Menger se esforzaba por formar discípulos y extenderlos por todo el país. También señala que muchos jóvenes académicos excelentes recibieron su diploma de profesor universitario (la Habilitación) bajo sus auspicios y que estos académicos obtuvieron la mayoría de las cátedras de economía política en las universidades austriacas. Además de sus principales seguidores, Böhm-Bawerk y Wieser, se refiere a Emil Sax, Johann von Komorczynski, Robert Meyer, Gustav Gross, Eugen von Philippovich (su libro de texto era el más usado en lengua germana), Victor Mataja, Robert Zuckerkandl, Hermann von Schullern-Schrattenhofen, Richard Reisch y Richard Schüller.
Las principales aportaciones de Menger fueron su teoría subjetiva del valor, con la introducción del concepto de utilidad marginal decreciente (acuñado así por Friedrich von Wieser), su explicación de la formación de precios y su teoría del origen evolutivo del dinero (de la que bebe significativamente de las enseñanzas de Adam Smith).
Menger fue uno no de los tres precursores de la revolución marginal junto a Leon Walras y William Stanley Jevons. Leon Walras llega en 1873 al concepto de rareté, el cual define matemáticamente. Conecta la relación de las funciones de su rarété con las funciones de demanda individual para establecer un enlace lógico causal entre el rarété y el valor de intercambio. Él llega a este concepto buscando completar su teoría del equilibrio general, no para explicar la teoría del valor subjetivo. William Stanley Jevons también tenía una visión mecanicista del ser humano.
Menger era el único para quien el individuo podía equivocarse, estar mal informado, cambiar sus gustos, vivir bajo la incertidumbre. El trabajo de Menger destaca por carecer de matemáticas. En una carta a Walras, Menger declara su objeción en principio al uso de las matemáticas como un método para el uso de la ciencia económica. Estas podían tener un uso subsidiario o expositivo, pero que el auténtico trabajo del economista era encontrar las causas elementales subyacentes de los fenómenos económicos en toda su múltiple complejidad. Menger buscaba llegar hasta las leyes últimas que operaban sobre los procesos de mercado que podían encontrar su origen en la naturaleza del hombre. De Menger viene la medición ordinal, y no cardinal, de la utilidad.
Principios de Economía Política (1871)
Este es el libro que convirtió a Mises en un economista (y probablemente a mí también). Este es un tratado económico como los que ya no se ven. Se caracteriza por su análisis subjetivo e individualista. Menger explica los fenómenos económicos en el libro a través de interacciones entre compradores y vendedores. A lo largo del libro, se palpa la importancia que el austríaco le da a conceptos que luego pasarán a ser claves dentro de la escuela asutríaca como la acción humana, medios, fines, valoraciones subjetivas, análisis marginal, individualismo metodológico, estructura temporal de producción o los costes.
La ciencia económica no ha progresado tanto como las ciencias naturales, que recibe poca atención y que su valor es cuestionado por los mismos hombres en la sociedad para quienes debería servir como una guía para la acción práctica. Esto puede deberse a que nunca se ha sentido más la necesidad de una base sólida para los asuntos económicos. El método científico de las ciencias naturales no debe usarse en la ciencia económica, lo que ha llevado a graves errores metodológicos y a este estancamiento. Menger usa un método según el cual pretende demostrar que los fenómenos económicos se corresponden con leyes precisas.
“Todas las cosas se hallan sujetas a la ley de causa y efecto. Este supremo principio no tiene excepciones. Inútilmente buscaremos en el ámbito de la empiría un ejemplo que demuestre lo contrario” reza el primer párrafo del primer capítulo del libro
Menger explora las condiciones bajo las cuales una cosa es útil para mí: si puedo encontrar una relación causal entre el objeto y la satisfacción de una necesidad. Y bajo las cuales una cosa es un bien: si hay una necesidad humana, si puede existir sobre la cosa una relación o conexión causal con la satisfacción de dicha necesidad, si hay conocimiento, por parte del hombre, de esta relación causal y si existe un poder de disposición sobre la cosa. Después, Menger divide los bienes entre económicos y no económicos. Para este, un bien es económico si las cantidades del bien necesarias para satisfacer una necesidad durante el periodo del tiempo que el plan de acción dure son mayores que la cantidad disponible. Tanto para bienes de primer orden (según sacien la necesidad directamente) o superiores (según se necesiten para producir bienes de ordenes inferiores). Si las cantidades son superiores, será un bien no económico. Un bien no económico puede pasar a ser económico si: aumenta la población, crecen las necesidades humanas o avanza la tecnología. La valoración de si algo es un bien económico o no es, por tanto, subjetiva.
La importancia de que el valor es subjetivo es recurrente y fundamental en la obra de Menger. El valor es la importancia que los bienes o cantidades de bienes tienen para los individuos porque son conscientes de la dependencia que tienen sobre el control de estos para satisfacer sus necesidades
El valor, por tanto, no es algo inherente en los bienes, ninguna propiedad de los mismos, pero la importancia que atribuimos a la satisfacción de nuestras necesidades, que en consecuencia se traslada a los bienes económicos como las causas exclusivas de la satisfacción de nuestras necesidades
Así pues, el valor no es algo inherente a los bienes, no es una cualidad intrínseca de los mismos, ni menos aún una cosa autónoma, independiente, asentada en sí misma. Es un juicio que se hacen los agentes económicos sobre la significación que tienen los bienes de que disponen para la conservación de su vida y de su bienestar y, por ende, no existe fuera del ámbito de su conciencia.
Es un juicio que puede variar de intensidad o dejar de darse
Los bienes se valoran porque nos sirven para satisfacer una necesidad. Las diferentes necesidades las ordenamos según el grado de importancia que le demos para nuestra vida. Los bienes se valoran según la intensidad de la necesidad que logran satisfacer. Buscamos satisfacer primero las necesidades con mayor intensidad y luego las de menor. Y tratando de satisfacer una intensidad, al principio nos dará un mayor disfrute y cada vez este será menor hasta llegar a ser una molestia. El valor de un bien o de un conjunto de bienes es igual a la necesidad menos importante que logra satisfacer con esa unidad relevante del bien. Esto dependerá de la cantidad de ese bien de la que disponga el sujeto. Si tiene tres litros de agua, el tercer litro lo usará para limpiar el coche, por lo que cada litro tiene el mismo valor que él adjudica a tener el coche limpio, pero si tuviera dos y usaría el segundo para dar de beber a su perro, el valor de cada litro aumentaría al ser esta necesidad más intensa para él. Y si tuviese uno que lo necesitase para beber él, igual.
Al ilustrar su teoría se equivoca al pensar que un individuo puede valorar dos cosas iguales, pero no hay indiferencia en la acción. Si se actúa, hay una preferencia demostrada aunque el agente crea que es indiferente. La explicación del porqué no es el campo de estudio de la economía.
Menger clasifica los bienes económicos en diferentes órdenes, según su relación con la necesidad que satisfacen. Los que satisfacen una necesidad directamente son los bienes de primer orden. Los necesarios para producir estos, de segundo; los necesarios para producir los bienes de segundo orden, los de tercero, y así sucesivamene. Menger también desarrolla la ley de la imputación, según la cual el valor de los bienes de ordenes superiores viene de su capacidad para producir bienes de ordenes inferiores y así hasta los bienes de primer orden a los que valoramos según la necesidad que sacien. Imputamos el valor que le damos a las necesidades a los bienes de primer orden, y el valor que le damos a los bienes de primer orden a los bienes de órdenes superiores
Menger también habla de las condiciones para que un intercambio económico entre dos individuos economizadores tenga lugar. Los intercambios se llevan a cabo porque ambas partes reconocen el beneficio del intercambio y son capaces de llevarlo a cabo, superando así cualquier barrera de la transacción. Se intercambia con el mismo fin que el ser humano actúa: para satisfacer el mayor número de necesidades posibles. Menger critica la noción de Adam Smith de que el ser humano intercambia porque tiene propensión a ello. Lo hace porque prefiere lo que recibe a lo que da. Intercambiar tiene costes de transacción. Se intercambia si la situación de ambas partes del intercambio mejora con este. El intercambio se da entre dos partes hasta que una no tiene una cantidad de bienes que valora menos que la cantidad de bienes que la otra parte está dispuesta a intercambiar.
Menger reconoce que un intercambio en el que cada parte valore el otro bien en igual medida al suyo no tendrá lugar porque no habrá ganancia. Le falta especificar que es por los costes de transacción. Aunque luego sí que enumera una serie de ellos (“los fletes, las primas, los derechos de aduanas, las averías, los costes de correspondencia, los seguros, provisiones y derechos de comisión, los corretajes, los certificados, los gastos de embalaje y almacenaje, la manutención de los comerciantes y de sus auxiliares, los costes financieros y otras cosas similares no son sino algunos de los sacrificios económicos exigidos por las operaciones de intercambio, que absorben una parte de los beneficios económicos que resultan de la realización concreta de las ocasiones que se presentan”), no lo hace para explicitar que estos son el motivo por el que si una parte valora un bien igual que el bien de la otra parte, no lo va a intercambiar pues, de nuevo, en el intercambio hay costes.
Menger introduce también dos conceptos clave de la economía austríaca. Por un lado, el tiempo, esencial en el entendimiento de la transformación gradual de bienes de orden superior a inferior y base de la macro asutríaca representada mediante el triangulo hayekiano. Por otro lado, la incertidumbre en la acción humana, que se traduce en la posibilidad de error den la función empresarial.
El austríaco habla sobre los límites entre los cuales se fijará el precio. El precio se fija dentro de un rango, que según Menger tenderá a ser la media, entre los valores por los que se llevaría a cabo el intercambio. Yo vendo un boli a partir de dos euros y tú estás dispuesto a pagar hasta tres. En ese margen, se fija el precio.
Menger dedica el final de su libro a las mercancias, a explicar qué son las mercancías y su papel en la economía. Estas son bienes económicos destinados a la venta cuyo valor de cambio es superior a su valor de uso, puesto que esperamos obtener más de ellas intercambiándolas que consumiéndolas. Ningún bien es intrínsecamente una mercancía, sino que esta propiedad depende de un juicio de cada individuo (una vez más, el individuo es el centro del análisis y su valoración subjetiva).
Menger dice que muchos se equivocan al no ver el dinero como una mercancía porque el dinero como tal no se consuma cuando lo mismo podría ser dicho de otros bienes actuando como mercancía. Ninguna mercancía como mercancía busca ser consumida, sino perdería el carácter de mercancía. Una crítica adelantada al teorema regresivo del dinero de Mises
La diferente facilidad con la que las mercancías se pueden intercambiar supone su liquidez: a más fácil el intercambio, más líquida es una mercancía. Liquidez: Capacidad que tiene un bien de ser intercambiado en cualquier momento, lugar y cantidad con la menor pérdida de valor posible. Existen diversos límites temporales y espaciales sobre la liquidez de las mercancías.
Menger termina definiendo qué es el dinero—la mercancía más vendible—, esbozando su teoría del origen del dinero, hablando de los distintos tipos de este y de su papel como unidad de valor.
El método de las ciencias sociales (1883)
El Methodenstreit sucede porque Menger se opone a la vision de Schmoller de la economía y la epistemología.
La Escuela Histórica Alemana seguía un enfoque empírico y “defendía la aplicación de un ‘método histórico’ descriptivo a los datos de la historia para derivar leyes económicas”, creyendo que todas las leyes económicas eran contingentes y rechazando que fueran universales o apodícticas. Sin embargo, Menger sostenía que la historia económica era una rama de las ciencias económicas, pero también lo era la teoría económica y que debían utilizarse métodos distintos para estudiar cada una de ellas. Según Menger, se podían deducir leyes exactas a partir de '“los elementos más simples, en parte incluso no empíricos, del mundo real”. Por lo tanto, las leyes exactas que eran universales y absolutas no podían ser refutadas empíricamente.
Menger no cuestionó la validez del enfoque histórico o su utilidad para determinados fines, pero impugnó la pretensión de validez exclusiva e importancia primordial. Quería establecer que un enfoque teórico abstracto de las cuestiones económicas era útil, o más bien, que una economía teórica era de hecho posible.
La concepción de la teoría económica de Menger era “esencialista”, aparentemente basada en la metafísica aristotélica. Menger cita al filósofo griego varias veces en Principios. Al buscar la "esencia" de las relaciones económicas, Menger buscaba las características necesarias de esas relaciones, aquellos rasgos que deben estar presentes por la naturaleza de la relación en cuestión. De este modo, Menger se propuso descubrir las leyes "exactas" que rigen los fenómenos económicos: no leyes de precisión matemática, sino leyes que se desprenden necesariamente de la naturaleza esencial de los factores implicados y que, por lo tanto, son invariablemente ciertas independientemente del tiempo y del lugar. Para Menger, la naturaleza del mundo físico (la escasez de recursos naturales) junto con la naturaleza humana (el deseo de satisfacer más deseos) determinan la estructura esencial del mundo económico.
Menger por un lado busca establecer las leyes precisas de ciertos fenómenos económicos como las instituciones, entre las que menciona el dinero, la moral, la ley o el estado, y luego realizar un análisis empírico de estas a ver qué forma había adoptado cada una de ellas y por qué. El mejor ejemplo es el capítulo 8 de Principios.
On the origins of money (1892)
El dinero no se crea a través del dictat del estado, sino tiene un surgimiento espontáneo en el mercado, es el resultado de los intercambios entre individuos buscando descubrir y hacerse con el bien con mayor liquidez, aquel que cuando quieran intercambiar en un futuro por el bien que sí que quieren perdiendo el menor valor posible: reducción de costes de transacción.
Este surge para solventar los problemas del trueque al contado y diferido.
Para Menger un bien será un buen medio de intercambio, es decir, podrá transportar el valor a través del espacio perdiendo poco o nada de este según cinco características. Las características que marcan los límites de la vendibildiad espacial—liquidez intratemporal—son cinco. Primero, el grado de la necesidad del bien pueda estar perturbado en el tiempo. Segundo, cuan fácilmente se pueden transportar los bienes y el coste de este transporte. Tercero, cuan desarrollados están los medios de transporte y comercios de este bien con respecto al resto. Cuarto, por la extensión local de mercados organizados y su conectividad mediante arbitraje del bien en un mercado al otro. Y quinto, por las diferencias en las restricciones impuestas al comercio con respecto a diferentes bienes.
Las características que marcan los límites de la vendibildiad temporal—liquidez intertemporal—son siete. Primero, si existe si la necesidad de estos se mantendrá en el futuro, es decir, si seguirán siendo bienes económicos: un bien cuyas cantidades son inferiores a las demandas de los individuos para satisfacer sus necesidades de este. Segundo, por su durabilidad, es decir, si la integridad del bien se mantendrá a lo largo del tiempo. Tercero, el coste de preservar y almacenar el bien. Cuarto, el tipo de interés. Quinto, la existencia de un mercado de este, es decir, no que empiece a ser superabundante (condición 1), sino que siga habiendo demanda de este—que los individuos sigan creyendo que este bien es útil para satisfacer alguna de sus necesidades. Sexto, que se desarrolle la especulación sobre el mismo, para poder coordinar los precios de este con su posible escasez. Y séptimo, las posibles restricciones a este bien que se imponen a través de medios políticos.
El dinero (1892)
Menger define el dinero como el intermediario general de los intercambios. Su función es la de ser, por tanto, el medio de cambio generalmente aceptado. Ser reserva de valor o unidad de cuenta son características accidentales.
Menger sigue la teoría clásica (o cualitativa) del dinero. Se centra en la calidad del dinero y sus sustitutos, más que en su cantidad. Menger define la demanda de dinero como la cantidad total de tenencias de dinero que requieren las economías y las empresas nacionales en un momento determinado, que se calcula en términos reales, no nominales. Por lo tanto, todo cambio en el valor intrínseco del dinero se reflejará de forma correspondiente en la cantidad de dinero que se posee. Una prosperidad cada vez mayor conducirá a una mayor cantidad de saldos de efectivo debido al mayor valor de los bienes intercambiados (motivo de las transacciones) y al deseo de tener más dinero para satisfacer la necesidad de efectivo (motivo de precaución).
En contra de la idea de que toda inflación es siempre y en todo momento un fenómeno moentario, Menger afirma que “en general, el movimiento de los precios de los bienes es la resultante de causas determinantes que han actuado tanto desde el lado de los bienes como desde el lado del dinero.”
Con esto, vemos varias crítica a la teoría cuantitativa del dinero, la cual vemos claramente reflejada en Man, Economy and State de Murray Rothbard cuando dijo que “una de las leyes económicas más importantes, por lo tanto, es: ‘toda oferta de dinero se utiliza siempre al máximo, y por lo tanto no se puede conferir ninguna utilidad social aumentando la oferta de dinero’.”
En el debate de la reserva fraccionaria, Menger se hubiese posicionado a favor de esta, como vemos cuando dijo que:
Los bancos de emisión operan como instituciones que sustituyen una parte de la moneda acuñada, de otro modo necesaria, por dinero convertible y por tanto, organizan el sistema monetario de una manera más económica pero en absoluto aumentan necesariamente de forma permanente la circulación de dinero o reducen su demanda total.
Se adelanta a Marcel Mauss y su ensayo sobre el don en este libro al decir que:
Las obligaciones unilaterales, voluntarias o impuestas, de transferir bienes patrimoniales (en cuanto no derivan de un “negocio oneroso” en general, ni en particular de un trueque, aunque en algunas circunstancias se basan en una reciprocidad tácitamente reconocida) se encuentran entre las formas más antiguas de relaciones humanas, al menos hasta donde podemos dirigir la mirada retrospectivamente en la historia de la economía. Mucho antes de que el trueque apareciera en la historia o adquiriera una importancia decisiva para obtener bienes, encontramos ya varias especies de obligaciones unilaterales: donaciones voluntarias o bajo presión más o menos coercitiva, tributos impuestos forzosamente, castigos de carácter patrimonial, castigos penales por daños infligidos fijados y especificados, obligaciones unilaterales derivadas de relaciones familiares, etc.
Menger dice que el dinero emerge de manera espontánea y no por decreto estatal como defendía la escuela alemana (Knies), pero que es trabajo del estado acuñarlo para perfeccionar la moneda y aumentar su liquidez (haciendo que más gente lo vaya a aceptar).
Menger nunca defiende la banca libre y hasta en ciertos momentos le da cierta importancia al papel del Estado para acuñar la moneda y aumentar así su liquidez.
“La economía austríaca siempre ha sido y siempre seguirá siendo economía mengeriana”
- Joseph Salerno
Buenos apuntes. Oye, una pregunta. Si crees, como Menger, que las relaciones unilaterales (voluntarias y coercitivas) son algo casi tan antiguo como el hombre, y más antiguo que cualquier trueque; ¿cómo congenias eso con tu creencia en la ética argumentativa? De antemano, gracias!