Con respecto al tema de las fronteras abiertas, parece existir un consenso entre economistas sobre los beneficios de las fronteras abiertas. Aunque solo son una minoría los economistas que apoyan unas fronteras totalmente abiertas, las encuestas parecen señalar que la mayoría de economistas defiende un sistema que acepte más inmigrantes que el actual, al menos en EEUU. En “Economic Impacts of Immigration: A Survey”, un working paper publicado en el National Bureau of Economic Research, Sari Pekkala Kerr y William R. Kerr señalan que “la mayoría de los estudios empíricos estiman que las repercusiones fiscales de la inmigración son muy pequeñas [...] Por término medio, los inmigrantes parecen tener un efecto fiscal neto positivo menor para los países de acogida.”
Alex Tabarrock y David Theroux enviaron una carta abierta al presidente George W Bush y a todos los miembros del congreso defendiendo la libertad de inmigración, la cual obtuvo más de 500 firmantes, siendo la mayoría economistas.
Otras encuestas a economistas, como las del Initiative on Global Markets, enseñan el apoyo de los economistas no solo a la inmigración de personas altamente cualificadas, sino también para aquellos con baja formación.
En la encuesta a americanos y economistas sobre la economía, que Bryan Caplan reporta en su “What Makes People Think like Economists?”, vemos como a la pregunta de si creen que si que haya demasiados inmigrantes era una razón para las malas condiciones económicas, siendo el 0 “ningún peso”, el 1 “una razón menor” y el 2 “una razón importante”, el público general daba una respuesta mediana de 1,22, mientras que la de los economistas era de 0,2.
¿Es este motivo suficiente para afirmar que la postura a favor de las fronteras abiertas es la correcta? No. Aunque la postura a favor de las fronteras abiertas es la correcta, no lo es porque la mayoría de los economistas así lo piensen. Pero esto puede indicarnos algo, especialmente cuando gran parte de los argumentos del debate son económicos.
Muchas gracias por otra de sus maravillosas «puestas en escena», Eduardo.