Los efectos red y la emergencia de un nuevo dinero
Conferencia realizada en el evento Bitcoin a Prueba el 18 de noviembre de 2023
Debido a los problemas del dinero fiat y a las comodidades y servicios que ofrecen monedas alternativas como el Bitcoin, ha nacido un movimiento del que somos parte que aboga por la transición a una moneda descentralizada, libre arbitrariedad en la emisión e inexpropiable. Encontramos a gente que se encuentra escéptica de la posibilidad de este paso de una moneda a la otra, en este caso, de dinero fiat a Bitcoin.
Para defender la posibilidad y facilidad de la transición a una moneda nueva, hoy vengo a hablar de los efectos red. Muchos os preguntaréis que qué tienen estos que ver con el Bitcoin o por qué es relevante. Pues bien, mi tesis es el funcionamiento de los efectos red nos puede ayudar a entender como un nuevo dinero, como Bitcoin, podría sustituir al dinero en curso.
Efectos red
Los efectos red pueden ser directos o indirectos.
Los efectos de red directos surgen cuando los beneficios que obtiene cada usuario de la adopción de un bien, y su incentivo para adoptarlo, aumentan a medida que más usuarios lo adoptan; es decir, si la adopción por parte de distintos usuarios es complementaria. Por ejemplo, los usuarios de telecomunicaciones se benefician directamente de una adopción más generalizada, y las redes de telecomunicaciones con más usuarios también son más atractivas para los no usuarios que se plantean adoptarlas.
Los efectos de red indirectos surgen cuando la adopción es complementaria debido a su efecto en un mercado relacionado. Por ejemplo, los usuarios de hardware pueden salir ganando cuando otros usuarios se unen a ellos, no por un beneficio directo, sino porque fomenta el suministro de más y mejor software.
Después tenemos la división entre redes compatibles e incompatibles.
Las redes incompatibles en economía se refieren a cuando los bienes dentro de una red no pueden usarse simultáneamente a bajo coste, tampoco pueden interoperar fácilmente ni compartir información entre sí debido a diferencias en normas, tecnologías o formatos. Esta incompatibilidad puede obstaculizar el efecto red, que es el fenómeno por el que un mayor número de personas o participantes mejora el valor de un bien o servicio.
Por ejemplo, las distintas aplicaciones de mensajería o redes sociales suelen ser redes incompatibles porque utilizan protocolos o plataformas diferentes, y los usuarios de una red no pueden comunicarse con los de otra sin utilizar una plataforma común o pasarse a la otra red. Esta incompatibilidad puede limitar el crecimiento y la utilidad de estas redes porque el valor de la red para sus usuarios está directamente relacionado con el número de usuarios que tiene. Si una red es incompatible con otras, no puede beneficiarse del aumento potencial de usuarios que aportaría la compatibilidad.
El funcionamiento de las redes incompatibles depende de las expectativas y de la coordinación de los primeros usuarios. La presencia de redes incompatibles puede conducir a la fragmentación del mercado y también puede dar lugar a un “bloqueo” en el que los usuarios son reacios a cambiar a una nueva red, incluso si tiene mejores características, debido a los altos costes de cambio asociados a la pérdida de su red existente.
La competencia entre estas redes es menor que entre las redes compatibles debido a la gran importancia de las expectativas, pues los usuarios tienden a utilizar la red que esperan que otra gente vaya a utilizar—las cuales suelen ser las primeras en haber entrado en el mercado—, aunque haya mejores alternativas. Esto hace que haya pocos incentivos a ofrecer mejores productos.
Las redes compatibles son aquellas en las que se puede utilizar simultáneamente distintos bienes de la misma red. Si las empresas ofrecen productos compatibles, no será necesario que los consumidores compren a la misma empresa para disfrutar de todas las ventajas de la red, y los productos diferenciados se adaptarán mejor a los clientes. Los consumidores estarán dispuestos a pagar más por estas ventajas, lo que puede animar a las empresas a optar por la compatibilidad.
Cuando las redes son compatibles, potencian el efecto red porque el valor del bien o servicio aumenta a medida que más personas lo utilizan, independientemente del componente o segmento concreto de la red que utilicen.
Por ejemplo, las redes compatibles se ven en la industria de las telecomunicaciones, donde los teléfonos de distintos fabricantes y proveedores de servicios pueden llamarse entre sí porque siguen los mismos estándares de comunicación.
La compatibilidad de las redes permite una experiencia de usuario sin fisuras y puede acelerar la adopción y el crecimiento de una red. Esto se debe a que los usuarios no están restringidos por limitaciones de plataforma y pueden comunicarse o compartir a través de diferentes redes sin barreras. El resultado final suele ser un aumento del valor y la utilidad generales del servicio para todos los usuarios, lo que puede crear bucles de retroalimentación positiva que aumenten aún más el valor de la red.
Costes de cambio
Los costes de cambio surgen si cuando a un comprador que adquiere repetidamente un bien le resulta costos cambiar de un vendedor a otro.
Los costes de cambio se dan tanto en las redes compatibles como en las incompatibles. Un ejemplo de lo primero se da cuando cierras una cuenta en un banco y la abres en otro, con altos costes presentes como las comisiones por cierre de cuentas, gastos administrativos para la apertura de una nueva cuenta en otro banco, y el tiempo y esfuerzo necesario para actualizar la información de pago automático y domiciliaciones.
Por otro lado, un ejemplo de un alto coste en una red incompatible lo vemos en los costes de cambio cuando una empresa decide cambiar su software de contabilidad o gestión de relaciones con clientes, como los costes relacionados con la compra del nuevo software, la capacitación de los empleados en su uso, y la posible migración de grandes volúmenes de datos.
Los costes de cambio también surgen si un comprador adquiere productos de “seguimiento” o “posventa”, como servicios, programas de puntos, recambios o reparaciones, y le resulta difícil cambiar de proveedor del producto original. Por ejemplo, cuando una aerolínea inscribe a sus pasajeros en un programa de "viajero frecuente" que les ofrece viajes gratis tras recorrer un determinado número de millas con esa aerolínea.
En resumen, los costes de cambio se generan siempre que el consumidor realiza una inversión específica para su vendedor actual, que debe duplicarse para cualquier vendedor nuevo.
Los costes de cambio son mayores en las redes incompatibles, pues no puedes usar varios bienes a la vez dentro de la red—o no hacerlo a bajo coste—para que la transición entre el uso de un bien o servicio a otro sea menor.
Por qué Bitcoin no puede llegar a ser dinero
Es comprensible que nos preguntemos que si a pesar de los problemas del dinero fiat y las ventajas que ofrece Bitcoin, que si tras 13 años en el mercado, es posible que en algún momento Bitcoin se convierta en dinero.
Hay economistas que explican este supuesto fracaso de Bitcoin y afirman que su conversión a dinero es imposible debido a la fuerza de los efectos red Bitcoin, pues las ganancias de seguir usando el mismo dinero y los costes de cambio a Bitcoin representarían una fuerza lo suficientemente fuerte para que los agentes se negaran a cambiar de moneda.
Voy a intentar hacer la mejor defensa esta postura para luego intentar rebatirla.
Lo primero, es explicar el modelo Down-Greenaway sobre la competencia entre monedas. El modelo de Kiyotaki-Wright es en mi opinión más sólido para explicar la realidad, pero este asume que en la competencia entre monedas existen algunas que vayan ganando y perdiendo liquidez, por lo que con este es más fácil defender mi postura que con el modelo Down-Greenway.
El primer lugar, este modelo asume que ya hay una moneda en uso y no es un modelo planteado en el vacío. En segundo lugar, que el dinero forma una red incompatible, donde las expectativas juegan una gran parte. En tercer lugar, el modelo asume que los agentes son homogéneos y que su demanda de una moneda u otra se basa en la misma información. Con esto, el modelo predice que todos los agentes cambiarán si los costes de cambio son suficientemente bajos y que ningún agente cambiará si los costes de cambio son suficientemente altos. Existe la posibilidad (1) de que algunos agentes sigan utilizando la moneda actual cuando la maximización del bienestar social requiera que todos los agentes cambien a la moneda alternativa y (2) de que algunos agentes cambien a la moneda alternativa cuando la maximización del bienestar social requiera que todos los agentes sigan utilizando la moneda actual.
La posibilidad de que se produzca un exceso de inercia y de impulso se debe a que, con los efectos de red, la utilidad que un agente espera obtener al cambiar de moneda (o al abstenerse de hacerlo) depende en gran medida de si se espera que otros agentes cambien. Si se espera que muchos agentes cambien al dinero alternativo, los beneficios relacionados con la red que se esperan del dinero alternativo son grandes y es más probable que la utilidad esperada de emplear el dinero alternativo justifique el coste de cambiar. Del mismo modo, si se espera que pocos agentes cambien al dinero alternativo, los beneficios relacionados con la red que se esperan del dinero alternativo son pequeños y es menos probable que la utilidad esperada de emplear el dinero alternativo justifique el coste de cambiar. En otras palabras, la existencia de efectos de red significa que las expectativas son importantes, pero el modelo, tal y como está planteado, no proporciona ninguna base para que los agentes coordinen sus expectativas.
En este modelo los agentes solo cambiarán cuando se pierdan los efectos red del dinero en curso. Algo no imposible, pero que no creo que sea la única opción.
Podemos alterar el modelo Down-Greenway para mejorar su calidad predictiva. Por ejemplo, cambiando la suposición de que la demanda monetaria de los agentes es homogénea. Para eso, podemos considerar aprendizaje adaptativo que plantea George Selgin al estudiar si el dinero fiat podría emerger espontáneamente en economías basadas en el trueque o con un patrón basado en un activo real sin un gobierno detrás—sobre lo que concluye, por cierto—que no. Su suposición del aprendizaje adaptativo está predicada en que los agentes pueden aprender y descubrir un bien cuya liquidez sea superior y, por tanto, funcione mejor como dinero. Esa suposición asume que los agentes no son hiper racionales y que la evidencia histórica importa.
Aun así, el cambio no se daría, pues los efectos red serían demasiado grandes al ser una red incompatible y porque no hay un punto focal que coordine la transición, por lo que no se realizará.
Con el modelo Selgin-Dowd-Greenway no podemos concluir que no pueda haber una transición monetaria, pero sí que esta debería darse por un apoyo (coacción) grande, como la ejercida por los gobiernos con respecto al fiat o por una hiper inflación que reduzca los efectos red. La hiperinflación reduce drásticamente los beneficios asociados al dinero en circulación. Como resultado, aumenta la probabilidad de que los costes de cambiar a una alternativa y coordinarse con ella sean lo suficientemente bajos. Si todo el mundo está perdiendo la fe en el dinero tradicional, y todo el mundo sabe que todo el mundo está perdiendo la fe en el dinero tradicional, podría ser posible orquestar un cambio.
Por qué Bitcoin sí que puede llegar a ser dinero
La primer parte de mi tesis de que Bitcoin sí que puede llegar a ser dinero a pesar de los efectos red, la hemos visto con la mejora de Selgin al modelo Down-Greenway. La gente aprende y tiene conocimientos diversos del mercado. Además, su demanda monetaria es heterogénea. Podemos clasificar la demanda de liquidez según uno de los siguientes tres usos que se busca realizar con la moneda:
Demanda con motivo de transacción: la utilidad de poder adquirir aquellos bienes que deseamos al menor corte posible.
Demanda con motivo de especulación: la capacidad de hacernos con aquellos bienes que uno podría desear en el futuro si le surgiera la oportunidad, también al menor coste posible.
Demanda de dinero con motivo de precaución: La utilidad de hacernos con los bienes que deseásemos si surgiese la necesidad.
Puede que haya gente que quiera ya realizar transacciones como vosotros y tenga Bitcoin para realizar pagos, puede que haya gente que piense que Bitcoin llegará a ser un dinero generalmente aceptado algún día y lo demanda como especulación, y puede que haya gente que lo tenga para preservar mejor el valor que con el dinero fiat u otras alternativas y lo demanda por seguridad. Y, lo más importante, puede que haya gente que aprenda de los resultados positivos del resto y empiece a demandar aun cuando antes no lo hacía.
Mi segundo argumento es que el dinero no es una red incompatible sino compatible y con beneficios directos. El dinero es un bien que genera efectos de red directos debido a que a medida que aumenta la liquidez espacial de un medio de intercambio, más agentes incrementan su demanda monetaria del mismo—es decir, la utilidad del dinero y los incentivos para adoptarlo aumentan cuanta más gente lo acepta—. Por ello, el coste de oportunidad de cambiar de un dinero comúnmente aceptado a Bitcoin es igual al coste de cambio del efecto de red.
El dinero genera una red compatible puesto que los productos que encontramos en la red del dinero—las distintas monedas—forman se pueden usar simultáneamente. La gente puede demandar distintas monedas para distintos fines. Por ejemplo, si un ecuatoriano se da cuenta de que su país se está dolarizando, puede aumentar su demanda de dólares e incluso utilizarlos en algunos casos, al tiempo que conserva algo de sucre ecuatoriano y realiza transacciones con él.
Más bien, el dinero es un bien red especial, por lo que otros medios de intercambio que aspiren a sustituir a un dinero establecido se enfrentarán a unos obstáculos y ventajas diferentes.
Por un lado, tenemos dos fuerzas que dificultan el cambio de un dinero a otro.
En primer lugar, dado que las personas intercambian el valor que generan por dinero para mantener el valor creado en él, es necesariamente costoso—y arriesgado—para un usuario cambiar su dinero actual por otro nuevo, ya que cada una de estas transacciones supone una clara pérdida de valor y sólo una posible retribución.
En segundo lugar, los efectos de red sobre el dinero son particularmente fuertes porque el dinero no es un bien de consumo, sino más bien un bien de producción, la principal utilidad del dinero no proviene de su consumo privado, sino de su capacidad de ser intercambiado por bienes de consumo.
Por otro lado, no obstante, tenemos otros dos fenómenos que facilitan que un nuevo activo se convierta en dinero.
En primer lugar, el hecho de que los efectos red de Bitcoin son compatibles con los efectos red del dinero establecido, pues ambos pueden usarse conjuntamente. Cuando dos bienes sustitutivos son compatibles, como el caso del uso de Bitcoin y dólares, los usuarios pueden disfrutar de los efectos de red de ambos.
En segundo lugar, dado que la predicción correcta de que Bitcoin llegará a ser dinero crea beneficios privados ajenos a la red, los emprendedores más perspicaces que descubran esto crearán oportunidades para que los consumidores utilicen la nueva moneda y obtengan beneficios privados netos; y así, incentivarlos a hacerse con bitcoins.
Mi tercera justificación es que sí que tenemos puntos focales para coordinar la transición. Estos son estos emprendedores que buscando maximizar beneficios harán lo posible para incentivar la adopción de la nueva moneda, como Bitcoin. Las decisiones marginales tomadas por agentes racionales que buscan maximizar el beneficio privado neto sin tener en cuenta el efecto de red, ya sean empresarios o usuarios de la nueva moneda, son capaces de poner en marcha un cambio a una nueva moneda.
Mi cuarto y último argumento es que, aunque a primera vista el coste de cambiar a un sistema de pago alternativo puede parecer insuperable, los costes de cambio a Bitcoin no serían tan grandes. Muchos vendedores ya están equipados para recibir pagos digitales. Dado que estas máquinas pueden utilizarse para procesar pagos desde monederos digitales, muchos vendedores disponen de la tecnología necesaria para aceptar bitcoins. Los registros existentes, en la medida en que ya estén disponibles en formato digital, podrían actualizarse con poco coste. La adopción generalizada de teléfonos inteligentes significa que la mayoría de los consumidores podrían convertir precios a y desde bitcoin con un esfuerzo mínimo. Si la moneda desconocida funciona entre bastidores con la infraestructura ya existente, el coste del cambio sería mucho menor de lo que cabría pensar en un principio.
Por tanto, es difícil comparar ambas fuerzas y predecir si a un nuevo dinero le resultará más fácil o más difícil sustituir al anterior. Lo que al menos podemos afirmar es que los efectos de red que surgen de un dinero establecido no son suficientes para impedir que un nuevo activo, como Bitcoin, se convierta en dinero. Una forma de hacerlo podría ser la siguiente:
Diferentes personas tienen diferente demanda monetaria para el mismo activo.
Algunas de estas personas observarán que Bitcoin tiene las propiedades adecuadas para convertirse en dinero o sustituir al bien actual utilizado como dinero; es decir, que esperan que Bitcoin tenga una alta capacidad de venta.
Estos individuos perspicaces demandarán y amasarán más Bitcoin para usarlo como dinero porque pueden hacerlo mientras siguen manteniendo su moneda actual.
Si están en lo cierto y ese bien sigue aumentando su liquidez, ocurrirán dos cosas.
Primero, otros agentes con un umbral de liquidez más alto para su demanda monetaria empezarán a demandar Bitcoin. Cuando vean que Bitcoin es o puede llegar a ser un buen depósito de valor o un buen medio de intercambio, comprarán más. En segundo lugar, los emprendedores de Bitcoin, como los diferentes exchanges (por ejemplo, Binance o Coinbase), empezarán a ofrecer ofertas rentables mediante crédito para que la gente compre, mantenga y utilice parte de él y así aumentar la liquidez de los bitcoins que ellos atesoren. A medida que más gente lo demande, ya sea porque hacen especulación de liquidez o porque quieren disfrutar de las oportunidades que crearon los empresarios, más gente incluso lo demandará, creando así un círculo virtuoso.
Entonces, la gente llegará a un punto en el que pasará de un medio de cambio a otro. Este cambio tendrá lugar cuando el tenedor de dinero más precavido empiece a considerar este nuevo medio de cambio como dinero. Este individuo es el aceptante marginal de dinero a la baja, y marca el punto en el que una economía cambia de un estándar monetario a otro. Aunque no podemos decir cuándo será este usuario marginal el que acepte el nuevo dinero, suponemos que esto ocurrirá cuando la mayoría de la población ya esté en posesión de este nuevo dinero.
Me gustaría terminar con esta cita de Satoshi Nakamoto:
Podría tener sentido comprar un poco [de bitcoins] por si se hace popular. Si un número suficiente de personas piensa igual, se convierte en una profecía autocumplida