Nikolái Bujarin claudica ante Ludwig von Mises
O como hasta los soviéticos reconocen el fracaso del socialismo
Nikolái Bujarin fue una de las figuras más importantes de la Unión Soviética y del comunismo internacional. Destacó como teórico marxista y líder revolucionario desde la Revolución Rusa de 1917.
Bujarin contribuyó significativamente a la política económica y teoría comunista, siendo el autor de El ABC del Comunismo y de Teoría Económica del Período de Transición. Fue inicialmente uno de los defensores del comunismo de guerra y posteriormente de la Nueva Política Económica, de la que fue el autor intelectual. La NEP permitía cierta actividad empresarial privada dentro de la economía soviética predominantemente socialista. Ocupó cargos importantes, incluida la dirección del periódico oficial del Partido Comunista, Pravda, y fue miembro del Politburó. Además, Bujarin jugó un papel crucial en la Comintern, esforzándose por expandir el comunismo globalmente.
A pesar de sus contribuciones, la consolidación del poder en la URSS llevó a cambios dramáticos en su destino. Bujarin fue una voz líder en los debates sobre cómo construir y gobernar una sociedad socialista, influyendo en la teoría y práctica comunista más allá de su vida. Su legado es complejo, marcado por su impacto teórico y político durante los años formativos de la Unión Soviética y el movimiento comunista en general, reflejando los desafíos y debates internos del comunismo. En palabras de Vladimir Lenin:
Bujarin no sólo es un valiosísimo y principal teórico del Partido; también se le considera, con razón, el favorito de todo el Partido, pero sus puntos de vista teóricos sólo pueden calificarse de plenamente marxistas con gran reserva, pues hay en él algo de escolástico (nunca ha hecho un estudio de la dialéctica y, creo, nunca la ha comprendido plenamente).
No obstante, el mismo Bujarin reconoció el fracaso del socialismo. Como lo recoge Stephen Cohen, Bujarin consideró la adopción de la NEP “el colapso de [sus] ilusiones”, pues esperaba que, al terminar la Guerra Civil rusa, la política soviética de paz podría continuar siendo la de la planificación centralizada del periodo de comunismo de guerra. Según Bujarin para él y para el resto de soviéticos la planificación central dada durante el comunismo—el intento más cercano al comunismo descrito por la teoría—no tenía que ser algo propio militar, sino un modelo universal que podría instaurarse y mantenerse como la política económica del país.
Esto despeja todo tipo de dudas sobre el debate de si la planificación central vista en el comunismo de guerras fue algo excepcional y justificable por el contexto o no. Vemos como Bujarin reconoce que él esperaba que este fuese la política en tiempos de paz, es decir, no fue un sistema diseñado ad hoc para la guerra civil, sino el sistema comunista que se esperaba que funcionase. No obstante, vemos como este no fue el caso y Bujarin tuvo que reconocer su error diseñando la NEP a pesar de haber sido él uno de los autores intelectuales del comunismo de guerra.
Con esto, tenemos su reconocimiento, aunque sea implícito, de la imposibilidad del socialismo, al menos del socialismo real. Pero no solo eso, sino que también tenemos una admisión explícita de esta imposibilidad. En un ensayo de 1925 llamado Concerning the New Economic Policy and Our Tasks, Bujarin reconoce que Ludwig von Mises está en lo cierto al criticar el socialismo pues, como dice el mismo Bujarin:
El llamado ‘socialismo destructivo’ de los comunistas lleva al colapso de las fuerzas productivas en vez de a su desarrollo. Este colapso se debe principalmente a que los comunistas olvidan el enorme papel que desempeñan los incentivos privados e individualistas y la iniciativa privada. Es cierto que el capitalismo adolece de ciertos defectos. Pero la competencia capitalista conduce al crecimiento de las fuerzas productivas e impulsa el desarrollo capitalista. Como resultado del crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad, la suerte del proletariado también mejora. Mientras los comunistas traten de organizar la producción por órdenes, con un palo, su política conducirá, y ya está conduciendo, a un colapso inevitable.
Como Mises decía y Bujarin reconoce, el socialismo es imposible. Sin propiedad privada de los medios de producción, no habrá un mercado de estos. Sin mercado, no habrá precios que reflejen la escasez. Y sin precios el planificador, no se podrá distribuir los recursos escasos entre los distintos fines. En el socialismo no hay manera de saber qué proyectos son económicamente racionales de llevar a cabo y cuales no. Pero los recursos son escasos y se tienen que utilizar para unos fines determinados. Si la manera de racionar a que fines se destinan los recursos no son los precios, se tiene que buscar otra forma aunque no suponga una economización de estos. Este método es el de la asignación política, el cual está condenado de entrada pues los políticos al gestionar los recursos no tienen la inforamción ni los incentivos para hacerlo bien. Eso es lo que pasó durante el comunismo de guerra, que se instauró una burocracia militar que beneficiaba a aquellos a los que le interesaba a costa del resto. Este tipo de burocracias que buscan mantenerse en el poder, crecer y ayudar a los suyos son son el resultado natural de los intentos de alcanzar una planificación centralizada.