“Un soberano que dispusiese que una cierta proporción de sus impuestos debe ser pagada en papel moneda de un cierto tipo puede otorgar con ello un cierto valor a ese papel, incluso aunque el plazo de su pago y redención final dependa por completo de la voluntad del propio soberano.” - Adam Smith en La Riqueza de las Naciones
La teoría fiscal del nivel de precios (TFNP) busca explicar de dónde surge y cómo fluctúa el valor del dinero bajo un patrón fiat. Para otros sistemas como el precio del dinero en un patrón oro existen explicaciones alternativas. La TFNP entiende el dinero como acciones del gobierno. Por lo tanto, la forma de evaluar el dinero es similar a la de las acciones: calculando el descuento a presente de sus flujos de caja futuros esperados. Por la misma razón que si crees que una acción no va a pagar dividendos dentro de 20 años, la vendes y el precio baja, si crees que el gobierno no pagará sus deudas, el valor del dinero cae.
El dinero fiat es un pasivo del Estado, pues este lo acepta para que los ciudadanos salden sus deudas fiscales con él. El dinero fiat funciona como una tarjeta de “Sal de la cárcel” del Monopoly: te permite temporalmente saldar tus deudas con el Estado que has contraído por el hecho de vivir en el territorio sobre el que reclama legitimidad. En caso de que un ciudadano no salde esta deuda con dinero fiat, el Estado reclamará otros de sus bienes—y, en caso de no tener suficientes para hacer frente al pago, su propio cuerpo (llevándole a la cárcel)—equivalentes al valor que tendría que haber entregado en dinero fiat. Otra forma de decir esto es que el valor del dinero fiat lo podemos obtener por el descuento de sus flujas de caja futuros esperados. Es decir, el valor del dinero fiat viene del peso de la deuda de la que nos libre.
Es, por tanto, la política fiscal del gobierno—su deuda e impuestos presentes y esperados futuros—el principal determinante del nivel general de precios, o de la inflación, en el caso particular de que el nivel general de precios suba. Siguiendo la TFNP, la inflación no es siempre y en todo momento un fenómeno monetario, sino un fenómeno de las deudas gubernamentales. En lugar de demasiado dinero persiguiendo muy pocos bienes, es demasiada deuda persiguiendo muy pocos bienes.
Con el dinero expresamos el resto de precios de una economía.1 Esto es su función como unidad de cuenta.2 El dinero funciona como una herramienta para medir las utilidades marginales del resto de bienes. Podemos pensar en el valor del dinero como la inversa del nivel general de precios (1/P)3, por lo que una devaluación del dinero supone un aumento del nivel general de precios, es decir, inflación. Los objetos de la realidad pueden ser más grandes por dos motivos: porque aumenta su tamaño o porque se reduce el centímetro con el que medimos. Lo mismo pasa con los precios. Si el nivel general de precios aumenta, puede ser por dos motivos: porque ha aumentado el coste de producción (por el lado real, una reducción de Q) o porque se ha reducido nuestro medidor de utilidades marginales (un aumento de M y/o V). La TFNP nos sirve para entender los cambios en nuestra herramienta de medir utilidades marginales—es decir, los cambios del lado monetario de la ecuación cuantitativa—bajo un patrón fiat.
Como el precio de cualquier otro bien, el del dinero fiat varía según dos factores: su oferta y su demanda. En el caso del dinero fiat, su demanda (1/V), en un principio, aumentará o disminuirá conforme aumenten o disminuyan los impuestos—pues los ciudadanos tendrán que extinguir sus deudas con este bien—y su oferta (M) aumentará o disminuirá según lo haga el gasto público—pues los gobiernos pondrán más dinero en circulación para financiarse—. Esta diferencia entre la demanda de dinero fiat movida por el pago de las deudas fiscales y la oferta de dinero fiat causada por el gasto estatal es la que determinará el valor del dinero fiat. Los agentes económicos valorarán el dinero fiat según la capacidad de los gobiernos de pago de sus deudas. Si los gobiernos incurren en gastos por encima de sus ingresos estatales (impuestos y señoreaje), tendrán que emitir más dinero fiat, con lo que lo devaluarán. Es la solvencia del Estado y su capacidad de incurrir en superávits presupuestarios—o, por otro lado, su incapacidad de hacerlo y, por tanto, de estar en déficit—el que determinará el valor del dinero fiat.
En contraposición a la teoría cuantitativa del dinero, la TFNP tiene en cuenta la demanda monetaria y nos dice que no todo aumento de la oferta monetaria generará un aumento de los precios, sino que se generará inflación cuando la oferta monetaria supere la demanda—cuando los gobiernos tengan más gastos de los que pueden financiar a través de impuestos—bien porque ha aumentado el gasto desmesuradamente o porque ha caído la demanda. Es decir, no todo aumento de M revertirá en un aumento de P, pues los gobiernos pueden reducir V al aumentar los impuestos y hacer que la gente demande más dinero.
El dinero fiat no es un buen dinero pues este bien (un tipo especial de papel y datos con privilegios estatales) no llegó a ser dinero de forma espontánea y como resultado de un proceso de mercado, sino que lo hizo por regulación (y, por tanto, coacción) estatal—de ahí su nombre, hágase en latín—. Esto supone que su liquidez espacial superior no la consiguió primero por ser un buen depósito de valor, sino que cualquier liquidez temporal obtenida fue fruto de que a la gente se le requiriese saldar sus deudas fiscales con este y quisieran atesorarlo. De todas formas, muchos ciudadanos demandan el dinero fiat no solo para saldar sus deudas tributarias, sino también por los servicios de liquidez que este les produce,4 aunque pueda haber bienes cuyas propiedades les permitirián tener una mayor liquidez temporal y espacial y, seguramente, haya bienes con una mayor liquidez temporal. No obstante, si los ciudadanos creen que sus gobiernos no podrán hacer frente a sus deudas y que, por tanto, tendrán que emitir aún más dinero fiat, estos, ante la expectativa de su devaluación o frente a su proceso de devaluación presente, dejarán de demandarlo por los servicios de liquidez que hubiesen podido ofrecerles y lo harán meramente para pagar impuestos, en la medida en la que el gobierno siga con capacidad de hacerles pagar en este dinero fiat, desplomándose así la demanda. Esta demanda de liquidez puede verse fácilmente saciada por el mercado pues, como decía, el dinero fiat no ha conseguido su posición como dinero por sus propiedades que le conceden una superior liquidez al resto de bienes del mercado, sino por el respaldo estatal, por lo que en el mercado hay otros bienes muy líquidos a los que los ciudadanos pueden recurrir rápidamente.5
Un gobierno que quiera mantener un nivel de precios estable deberá seguir un principio de disciplina fiscal manteniendo un presupuesto equilibrado, pues los déficits generarán inflación y con esto una caída del valor del dinero fiat. Además, la expectativa de que esta inflación no pueda ser controlada, aun sin una necesaria mayor emisión de dinero fiat (M̄), provocará una mayor caída del valor del dinero fiat (P↑), pues caerá la demanda (V↑). Por tanto, el superávit debería ser el objetivo de los gobiernos que se preocupen por no destrozar riqueza. Los cambios en el nivel general de precios porque se acorta nuestro centímetro de utilidades marginales suponen que tenemos que cambiar los precios relativos de todos los bienes de la economía, lo cual es costoso, pues los agentes económicos tienen que dedicarle tiempo a pensar cómo cambiar los precios, se enfrentan a información contable errónea, existen costes asociados a la renegociación de contratos y no todos los precios son igual de rígidos.
No obstante, los incentivos que rigen a los gobiernos son los opuestos. Los gobiernos buscan incrementar su poder, expandir la burocracia y ofrecer servicios a cambio de votos por lo que tienen el incentivo a aumentar el gasto público. Para poder seguir financiando su déficit, incrementarán la emisión del dinero fiat que, al hacer esto, además, se diluirá la deuda pues esta está fijada en un valor nominal que al devaluarse el dinero caerá en términos reales.
Dicho esto, en verdad, el emisor del dinero fiat no son los gobiernos, sino los bancos centrales. Estas entidades en principio son independientes de los gobiernos, por lo que podríamos pensar que aunque los gobiernos tuviesen el incentivo de aumentar la emisión de dinero fiat, como los bancos centrales son independientes, no tendrán por qué actuar como a los gobiernos les gustaría que hiciesen. Pero los bancos centrales también tienen incentivos a emitir más dinero fiat. Por un lado, porque quieren contentar a los gobiernos de turno. El gobernador del Banco de España, por ejemplo, es nombrado por el presidente del gobierno. Lo mismo con el presidente del Banco Central Europeo, que es elegido por el Consejo Europeo, formado por los jefes de Estado o de gobierno de los 27 países de la Unión Europea. Por otro lado, por lo que llamo señoreaje burocrático. Esto consiste en las ganancias que los integrantes de los bancos centrales se llevan como funcionarios por emitir más dinero, como aumentos salariales, mejores oficinas o más vacaciones.
El único límite es que los gobiernos sean consciente de qué mueve el valor del dinero fiat que requieren a sus ciudadanos para saldar sus deudas con ellos para no endeudar más de lo sostenible y así que no caiga a mínimos la demanda monetaria de este. De hacerlo, no obstante, los ciudadanos tienen otras opciones a las que recurrir en caso de buscar liquidez como, por ejemplo, Bitcoin. El constante aumento del gasto público (M↑) genera inflación (P↑), lo que puede ser controlado cobrando más impuestos (V↓), hasta que llegue un momento en el que se pierda la confianza en la capacidad de pago de los gobiernos sobre sus deudas y los ciudadanos busquen alternativas como Bitcoin. Parece ser que este escenario, lejos de ser meramente teórico, es el que se ha dado en países como Argentina, Turquía y Nigeria que también ocurre que son algunos de los países con mayor adopción de Bitcoin.
En conclusión, el valor del dinero fiat, como pasivo estatal, lo determinan los activos de los gobiernos: su capacidad de recaudar impuestos y la cantidad recaudable. El valor del dinero, entonces, vendrá determinado por el poder de los gobiernos de extraer rentas coactivamente y por cuan productivos sean sus ciudadanos. Habrá inflación cuando los gobiernos estén en déficit y tengan que aumentar la oferta monetaria por encima de la demanda. Si los gobiernos siguen sus instintos expansionarios, llegará un punto en el que no podrán hacer frente a sus déficits aumentando la presión fiscal, pues la gente dejará de demandar esa moneda fiat salvo para lo necesario, generando así hiperinflación. La buena noticia es que, como el dinero fiat no ha pasado el test de mercado, existen muchos otros bienes que pueden saciar la demanda de liquidez de los ciudadanos.
Los precios representan las ratios a las que se intercambian dos bienes. Podemos pensar que una mesa es igual a dos sillas o que una silla es igual a media mesa. Debido al alto número de bienes que hay en una economía, sería imposible registrar y cálcular todas las ratios entre mercancias. Sin dinero, habría un número de precios igual a [N*(N-1)]/2, siendo N el número de bienes de esa economía. Esto es una de las presiones económicas que lleva al origen del dinero, pues al ser este un intermediario de los intercambios, reduce el número de precios a N-1. Así, en vez de calcular las mesas en sillas y las sillas en mesas, podemos usar un estándar, como los gramos de oro, para decir que una mesa es igual a un gramo de oro o que un gramo de oro equivale dos sillas.
Comunmente, dentro de la ciencia económica, se describe al dinero como el activo que cumple con esta función junto con la de ser un buen depósito de valor y el medio de intercambio generalmente aceptado. Sin embargo, yo defiendo que lo que define al dinero es ser el medio de cambio generalmente aceptado—es decir, el bien con una mayor liquidez espacial o con una mayor capacidad de ser intercambiado en cualquier momento, lugar y cantidad con la menor pérdida de valor posible—. Ser un buen depósito de valor—o lo que es lo mismo, mantener tu valor a lo largo del tiempo o tener una alta liquidez espacial—es una condicion necesaria pero no suficiente. Es cierto que el dinero se utiliza como unidad de cuenta, pero esta es una propiedad accidental de su uso como medio de intercambio generalmente aceptado. Por un lado, queremos que nos paguen en este activo al ser el bien que menos valor perderá por cada transacción y al tender a mantener su valor a lo largo del tiempo, por lo que la gente fijará sus precios en este bien. Por otro lado, como es el bien que estamos acostumbrados a utilizar para intermediar intercambios, pensamos en él y es por eso el que utilizaremos para realizar el cálculo económico.
Sirve tener en mente la ecuación cuantitativa: M*V=P*Q, donde M es igual a la cantidad de dinero en una economía, V es la velocidad de circulación del dinero (o lo que es lo mismo, la inversa a la demanda de dinero), P es el nivel general de precios y Q es la cantidad de bienes y servicios producidos. La primera parte (M*V) se compone de lo que llamamos el lado monetario de una economía y la segunda parte (P*Q), el lado real.
Decimos que el dinero nos produce servicios de liquidez pues nos permite maximizar las opciones de intercambio minimizando los costes de transacción de los intercambios en cualquier contexto posible. Podemos dividir los servicios de liquidez en tres tipos según el motivo de la demanda monetaria: servicios de liquidez con motivo de transacción, con motivo de especulación y con motivo de precaución.
De hecho, la existencia del dinero fiat y su mala gestión por parte de los gobiernos y bancos centrales es lo que ha hecho que otros bienes con mejores propiedades para funcionar como dinero fueran creados. Estoy pensando en Bitcoin concretamente.