De cómo los keynesianos enturbian sus victorias por la ideología
O un ejemplo sobre cómo no hacer economía
En 2021 leí Monetary Kaleidics de Michael Hoffman. De este libro aprendí mucho y me hizo cambiar de opinión sobre uno de los problemas de la deflación, y es el problema que implica la rigidez que tienen los sueldos a la baja. En el capítulo 2 de La Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, John Maynard Keynes estableció la premisa del mercado laboral de su modelo macroeconómico: que la razón por la que el mercado laboral no se vacía en una recesión, sino que muestra un elevado desempleo, es por que los empresarios son muy reacios a recortar los salarios, en gran medida porque temen los efectos sobre la moral de los trabajadores y, en cado de hacerlo, los trabajadores se niegan a aceptar reducciones en sus salarios nominales; es decir, los salarios muestran una rigidez especial a la baja.
En los más de 80 años transcurridos desde la publicación de La Teoría General, la premisa de Keynes de la rigidez a la baja de los salarios nominales ha seguido siendo muy influyente en el análisis macroeconómico. Los keynesianos parecen orgullecerse de esta contribución a la teoría económica. Desde entonces numerosos trabajos se han presentado para demostrar la veracidad teórica y empírica de este postulado keynesiano, destacando entre los más citados el discurso presidencial de James Tobin ante la American Economic Association y el paper titulado “The Macroeconomics of Low Inflation” de George Akerlof, William Dickens y George Perry en 1996 para los Brookings Papers. El mismo Paul Krugman habla constantemente de este efecto—al que denomina “una característica evidente del mundo real”—en su blog. En 2011 para hablar del mercado laboral irlandés, en 2012 para hablar sobre macroeconomía, en 2018 para hablar sobre su trabajo de investigación en su universidad, en 2021 para criticar la teoría austriaca del ciclo económico y en muchas más ocasiones.
Es comprensible que hablen tanto de este tema pues, al final, la rigidez de los salarios nominales es el supuesto impulsor del modelo keynesiano. El desempleo es un excedente de la oferta en el mercado labora, es decir, demasiados trabajadores queriendo trabajar para los trabajos que se demandan. En el mercado laboral el precio es el salario. Por tanto, si hay un excedente significa que el problema es un exceso de salarios. Si buscamos reducir el desempleo en este caso, las soluciones serían imprimir más dinero o estimular la demanda de otro modo. ¿Por qué entonces los keynesianos no siguen las implicaciones lógicas de su argumento y defienden que los salarios deben bajar? Si tienen razón sobre la rigidez de los salarios nominales, entonces tendría sentido que promoviesen la bajada de los salarios para aumentar la demanda. Pero no parece que sea así.
Podría ser porque creen que este es un problema inherente del sistema y que carece de solución. Krugman, en su artículo sobre Irlanda dice que este país, por su liberalismo económico, debería tener unos mercados laborales flexibles y que aun así hay rigidez salarial a la baja. Entonces Krugman y el resto de keynesianos deberían de decir “vale, es un problema irresoluble pero el gobierno debería eliminar cualquier política que aumentase los costes laborales”. Pero no lo hacen.
Para defenderse, los keynesianos podrían decir que el problema sucede porque la flexibilidad salarial es una solución contraproducente al problema de la rigidez salarial: los recortes salariales reducen la demanda, lo que a su vez aumenta el desempleo. Pero esto no está claro que sea así. La renta salarial es igual a los salarios multiplicados por las horas trabajadas, por lo que el efecto sobre la renta del trabajo es ambiguo; y por pura aritmética, salarios más bajos implican mayores ingresos por beneficios. De todos modos, si los keynesianos se basan principalmente en resultados empíricos para sus políticas y los recortes a los salarios nominales son tan raros, ¿cómo pueden estar tan seguros del resultado? Igual no sería el caso. Además, si vemos que el problema viene de la rigidez salarial, ¿no podría ser que lo contrario, la flexibilidad salarial, fuera la solución? No tiene por qué, pero es una idea que parecen no plantearse.
Creo que los keynesianos hicieron una buena aportación a la teoría económica al hablar de la rigidez de sueldos a la baja. No obstante, dejan de ganar los frutos de su aportación al no querer llevarla hasta sus conclusiones lógicas, que los salarios es bueno que bajen en ciertas circunstancias. La razón, todo a punta que es, por motivos ideológicos. Los keynesianos tienden a ser de izquierdas. O al menos sus recetas políticas.1 El problema sería que decir que hay que permitir que los salarios caigan supondría reconocer que toda la regulación “a favor” de los trabajadores y todos los “derechos ganados” mediante movimientos obreros han sido, en realidad, contraproducentes y tendrían que criticar toda regulación que aumente los costes laborales y a los sindicatos.
Es una pena que teniendo razón en el argumento económico lo pierden en la lado de las recomendaciones prácticas. Se dice que los libertarios somos fundamentalistas de mercado y que nuestra solución para todo es la liberación. Y es así. No obstante, lo que podemos afirmar es que hacemos esto porque es la conclusión lógica de nuestros principios y difícilmente se verá que rompamos estos principios para que nuestro análisis se ajuste a la receta que queramos2; y, de ser así, podemos decir que se está haciendo mala economía de nuestro lado, pues la economía normativa debería estar siempre guiada por la economía positiva.
Dudo mucho que haya economistas de un lado del espectro o del otro que tras sus estudios concluyan que las soluciones políticas a un problema u otro sean lo contrario de lo que ellos defienden. No me imagino a Paul Krugman sentado en su estudio diciendo “¡oh no, maldición, estos estudios demuestran que la banca libre funciona mejor que la banca centralizada por lo que tendré que defender esta posición a pesar de que vaya contra lo que el resultado que yo quisiera que fuese!”
Os estoy mirando a vosotros, ciemporcientistas.
El articulo es en si mismo una soberana tontería.
Parte de un supuesto implícito, que el desempleo es causado porque los salarios son demasiados altos, y llega a la conclusión que por qué entonces los economistas keynesianos se niegan a considerar siquiera la posibilidad de bajar los salarios. Observe que afirmar que los salarios son rígidos, que es lo que afirman los keynesianos, nada tiene que ver con afirmar que es la rigidez de los salarios lo que causa el desempleo. Son dos afirmaciones diferentes que Blasco mezcla sin ton ni son para justificar la critica a los keynesianos.
Un articulo sin sentido.